Nuestro punto fuerte es escuchar a nuestros clientes, sus problemas, conocer su mercado, sus clientes… Siempre nos han dicho que somos unos buenos psicólogos de la construcción.
Tratamos con decenas de empresarios de diferentes sectores en cada rincón del país, y tomamos el pulso al mercado viendo lo que funciona y lo que no, salvando las diferencias entre sus mercados y situación geográfica.
En el departamento comercial nuestro mayor reto consiste en entender a nuestros clientes. No solo lo que están diciendo o lo que nos están escribiendo; debemos ir más allá. Tratamos de solucionar un problema, como puede ser unas ventas bajas, poco tiempo de los clientes en el establecimiento, flujos de trabajo poco eficientes o espacios no optimizados. Pero ese problema nuestro cliente en muchos casos no lo conoce o no logra detectar a qué se debe. Nosotros tenemos que llegar al fondo del asunto.
Esa es la mayor tarea a la que nos enfrentamos cada día, porque cada cliente siempre tiene algo que le preocupa por encima de todo, desde el gasto en climatización que puede llegar a tener a que la duración de un revestimiento le pudiera suponer otro coste en poco tiempo. Detectamos y solucionamos esas inquietudes. O al menos lo intentamos con gran ahínco.
Nos debemos a nuestros clientes y ponemos todos los recursos de los que disponemos a su disposición para que todo les sea más fácil. Intentamos verles siempre que podemos, darle mil vueltas a eso que no tienen claro, hablarles de la experiencia y conocimiento de su sector y qué ha funcionado en otro casos, recomendamos qué hacer como si fuera para nosotros, y a veces somos muy tajantes defendiendo algunas propuestas porque sabemos que funcionan.
Tenemos una máxima, y es que si a nuestros clientes les va bien, a nosotros también nos irá bien. Y es lo que buscamos con cada proyecto. Que mejoren. Que tengan espacios más optimizados, que sus clientes vuelvan y generen ventas, que la identidad corporativa sea un reflejo de sus empresas. Y cuando esto se hace de la forma correcta, nos convertimos en personas de confianza, que depositan parte de sus negocios en nuestras manos para que cada vez que tienen una necesidad, vuelvan a descolgar el teléfono y nos digan: “¿Cuándo vienes por aquí? Necesito que me digas cómo hacemos esto.”